viernes, 9 de noviembre de 2007

Peor el remedio que la enfermedad


Por Marcos Jaimes

Quien necesite comprar medicamentos necesitará sin dudas acercarse a una farmacia y solicitarlos. En la ciudad de Rosario existe un fenómeno particular. Las cadenas o redes de farmacia. Esto es que una persona puede ser dueño de más de una farmacia. Por ejemplo, Red Peressotti posee once locales habilitados. El dueño, Daniel Peressotti, es uno de los tantos empresarios de nuestra ciudad, poseedores de estas tan bien solventadas redes de farmacia, y tal vez el más paradigmático, pero no el único.

En Rosario existen más de cinco cadenas de farmacia.
Además sucede que si alguien se acerca a un kiosco o pequeño almacén, puede solicitar algunos medicamentos sueltos y no tan inofensivos ¿Por qué no debe venderse medicamentos en cualquier negocio, quién puede controlar esto, puede la salud ser un negocio?
Para comenzar podríamos decir que no existe en el registro de habilitaciones municipales las once farmacias habilitadas como Red Peressotti. Esto es por que la legislación es clara en esto de que, sólo un farmacéutico puede ser dueño de una farmacia, y a su vez, como debe ocupar su tiempo para atenderla, no podrá en ningún caso ser dueño de otra. Las redes de farmacia son ficticias en la ciudad de Rosario. Cada farmacéutico es dueño legal de los diferentes locales y responsable ante la ley por cualquier evento desafortunado, pero quien se lleva todas las ganancias es una sola persona. Lo que se llama falsa propiedad.
Por otro lado tenemos que esta situación es de público conocimiento. Con sólo abrir las páginas amarillas en la sección correspondiente se ven las diferentes propagandas. Existe un organismo con autoridad para hacer cumplir la ley que sanciona con hasta un año de suspensión del título farmacéutico al profesional que se le demuestre falsa propiedad: Inspección General de Farmacias. Nadie puede negar que este departamento dependiente de la provincia deba tener conocimiento de estas redes, a menos que vivan aislados en burbujas.
La competencia desleal que estas grandes cadenas imponen termina por reducir el espectro de farmacias en la ciudad. Es indudable que la posibilidad de los grandes para comprar con mejores beneficios es mayor, esto con la complicidad de los laboratorios, quienes no deberían ofrecer diferencias de precios en la cantidad, faltando así al código de ética profesional. Sucede como en las grandes cadenas de supermercados, con la diferencia que en este caso estamos en el ámbito de la salud, dónde todos los profesionales deben respetar su juramento hipocrático y cualquier error puede ser irreversible.
Además de todo esto, si uno se acerca a un kiosco y solicita un migral, se lo dispensan sin solicitar recetas ni preguntar edad, posibles patologías y demás. No es un dato menor ya que dicho medicamento posee un compuesto prohibido desde hace 30 años en los principales países del mundo por sus efectos colaterales. Sin embargo aquí se vende sin siquiera el control de un profesional. Este tipo de sucesos se escapa a la jurisdicción de Inspección de Farmacias. Pero es una clara falla de un sistema que se rige por normas económicas financieras sin importar costos donde lo único que importa es vender.

Para cerrar, es notable y horroroso ver que estos procesos de concentración de capitales que es tan común en nuestras formas de vidas modernas, no reconocen sectores y violan todos los principios éticos e hipocráticos. Para el desarrollo de una sociedad madura es necesario no hacer de la salud un negocio. Los medicamentos, a diferencia de otros bienes de consumo, tienen correspondencia directa con la salud y la vida de la población y, por lo tanto, deben promocionarse en condiciones de estricto rigor científico y ético que garanticen una información fiable para los consumidores.

Bayer: Un caso excepcional

La industria de fabricación de medicamentos se dedica generalmente a desarrollar nuevas fórmulas para el progreso de las ciencias médicas. El caso particular de Bayer es que posee un departamento de marketing más grande que lo usual, incluso más importante que su departamento de desarrollo e investigación. El caso es que en el año 1897 sintetizaron por 1er vez lo que hoy conocemos como Aspirina, ácido acetilsalicílico(AAS). Desde entonces que el laboratorio Bayer pone todo su esfuerzo en intentar vender más cantidades de esta droga. Es increíble el gasto en publicidad para vender esta misma droga. Lo cierto es que además sacan al mercado diferentes medicamentos o presentaciones para una misma droga con el objeto de aumentar las ventas. Bayaspirina, bayaspirina forte, bayaspirina prevent, aspirinetas, cardioaspirina. Todos estos productos poseen el mismo principio activo AAS, pero con diferentes dosis. Peor aún es el caso de que Bayaspirina Prevent, Cardioaspirina y Aspirineta, poseen el mismo principio activo y la misma dosis, 100mg. ¿Cómo es posible esto? La legislación debería prohibir semejante burla en un tema tan delicado como los medicamentos.
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