viernes, 23 de noviembre de 2007

Si el niño no puede ir a la escuela: clases a domicilio

La escuela Hospitalaria y Domiciliaria Nº 1254, con sede en el Normal I, de la ciudad de Rosario, funciona desde el año 1972 en la ciudad. Al poco tiempo, comenzó a trabajar con los pequeños internados en el Hospital de Niños “Víctor J. Vilela”. Las labores, en ese entonces, se realizaban “a pie de cama”, como le dicen las seños. En la misma, no se cobra cuota alguna.
En 2006, y luego de muchos años de insistencia, las maestras de la escuelita lograron que les dieran un pequeñísimo lugar en el Vilela, el aula “Rayito de Sol”, a la que hoy asisten los niños para realizar sus actividades. Pero, como se dio a entender, la escuela 1254 no pertenece al hospital, sino que es privada, a pesar de todos estos años de esfuerzo por parte de las trabajadoras de la educación, para lograr su oficialización.






Un recorrido por la historia de la escuela


Invlog estuvo en la sala Rayito de Sol con las seños Patricia y Cristina; ellas nos comentaron que la enseñanza de la escuela “está reconocida por el Ministerio de Educación desde el ‘83. Nosotras calificamos y promovemos a los chicos”, afirma Patricia, que hace dieciocho años que trabaja en la escuela hospitalaria. En el hospital, se trabaja con los niños internados que no pueden asistir a su escuela, ya sea esta privada o pública; en el domicilio, las docente asisten a los niños particularmente. “Las clases en la casa duran aproximadamente dos horas; y, cada docente puede tener a cargo hasta cuatro chicos (individualmente)”; pero, el tiempo depende de muchas cosas, los nenes están enfermos, hay que tener en cuenta las ganas y el ánimo de cada uno de ellos”, comentan.
Los niños son asistidos siempre y cuando no tengan enfermedades infecto-contagiosas ; “hay chicos con enfermedades crónicas, que hacen toda la escuela primaria con nosotras”.




A pulmón

La realidad de la escuela hospitalaria es que el único incentivo de las docentes es su sueldo que les paga la Provincia. Pero, no reciben ningún tipo de ayuda por parte del Estado. “Nos sentimos abandonados por el Estado. En la nueva ley (de educación), la escuela hospitalaria figura, pero no se explica cuál es la finalidad. El Estado te ofrece el sueldo, nada más”, afirma Patricia.
Si bien asisten a las capacitaciones dadas por el Ministerio, afirman que el trabajo de ellas es muy diferente al de la escuela común. Por su lado, participan de jornadas sobre la metodología de trabajo de las escuelas hospitalarias. Además, hacen un curso a distancia en conjunto con el hospital Garrahan, de Buenos Aires.
Cada año, se juntan durante una mañana, con los chicos, en el Normal I, para trabajar en un periódico anual, en el que los niños vuelcan sus trabajos del año. “Lo arman ellos, y lo dividen en secciones. Luego, el original se manda a fotocopiar; y eso lo pagamos con el dinero que obtiene nuestra directora, María Laura Albertini, juntando cartones durante todo el año”.




Fin de año, informal

Además, la escuela hace, como cualquier otra, un acto de fin de año. “Hace unos años, hacíamos actos como el de las escuelas normales, para entregarle las medallas a los niños de séptimo; pero cuando se cambió la modalidad de educación dejamos de hacerlo y decidimos que sea como una fiesta: al aire libre, en el lago del parque Independencia . Allí nos juntamos todos los años; la decisión tuvo que ver con que nuestros chicos están demasiado tiempo encerrados”.


Inseguridad

Al dar clases en domicilio, muchas de las seños tienen que trasladarse, algunas veces, hasta los barrios más inseguros de Rosario. Les preocupa tener que entrar a lugares peligrosos y muchas veces sin salida, en los que se pierden, por no conocerlos demasiado. “Hay nenes a los que les damos clase en el patio o afuera de la casa, por ser éstas muy precarias y pequeñas”.


Contención

En estos casos tan especiales para cualquier familia, como es el de tener en casa un niño enfermo, los padres, abuelos y tíos, y hasta los mismo chicos, buscan contención por parte de la seño. Ellas se encariñan con los niños y las familias, pero tienen en cuenta también que les afecta personalmente; y no reciben ningún tipo de asistencia psicológica , por lo que muchas de ellas deben hacerlo en forma particular.

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